17 julio 2011

Biomasa vs gasoil

Hay muchas razones para considerar la instalación de un sistema de calefacción alimentado con biomasa en viviendas unifamiliares, en calefacciones centralizadas de edificios o en redes de calefacción centralizadas (calefacción de distrito). Además de los evidentes beneficios medioambientales y socio-económicos, a nivel de usuario puede ser una solución económicamente atractiva, especialmente en un momento en que el precio de los combustibles fósiles no deja de aumentar.

Los conflictos internacionales y el aumento del consumo de petróleo por parte de economías emergentes como China e India han provocado en los últimos años una elevada inestabilidad y tendencia al alza en los precios del petróleo. En 2008 llegamos a máximos históricos de 146,69$, hoy el precio del barril es de 117,66$.

Evolución del precio del barril Brent en los últimos 2 años (Fuente: Expansión)




No se prevé una estabilización de los precios, si bien al contrario se especula con continuas subidas del petróleo y sus derivados. En concreto, el precio del gasóleo de calefacción ronda el euro por litro.

Fuente: Cores (Boletín nº 161 - Abril 2001)

La principal ventaja económica de la biomasa sobre el gas natural o el gasóleo, y mucho más respecto a los gases licuados del petróleo o la electricidad, radica en el menor coste del combustible y en una mayor estabilidad del precio de éste, al no depender de los precios del petróleo.
Existen en el mercado una gran variedad de combustibles, el más extendido por su gran poder calorífico y su comodidad de uso es el pellet pero también es el más caro porque es el más elaborado. Las astillas o las cáscaras de frutos secos son más económicos. Un kg de pellets cuesta aproximadamente 22 céntimos de euro y es necesaria la combustión de 2,2 kg de pellets para obtener un poder calorífico semejante al de un litro de gasoil.


Esto significa que obtener el mismo calor con pellets nos costaría 0,48 €, algo menos de la mitad de lo que nos cuesta con gasóleo, lo que quiere decir que sustituir una caldera de gasoil por una alimentada con pellets nos supondría un ahorro en combustible del 50%.

Estos datos son aproximados y variables en función del tipo de caldera, de combustible, tiempo de funcionamiento, subvención obtenida, etc.

En general, instalar un sistema de calefacción por biomasa supone un coste de inversión incial mayor que su equivalente de gas o gasóleo. Sin embargo, el Gobierno de España, a través del IDAE y de las Administraciones Autonómicas, intentan potenciar la sustitución y colocación de nuevas instalaciones de biomasa, ofreciendo subvenciones de hasta el 50% del total de los equipos que se instalen.
Esto, unido al precio estable del combustible, hace que la amortización de la diferencia de inversión en estos equipos se produzca a corto - medio plazo. Si además consideramos que la vida útil estimada de las calderas ronda los 20 años podemos entender que la instalación de calderas de biomasa es algo más que un ahorro, es una inversión a futuro.



08 julio 2011

Beneficios medioambientales y socio-económicos de la biomasa

La biomasa contribuye a la conservación del medioambiente, debido a que sus emisiones a la atmósfera son inferiores a las de otros combustibles por su bajo contenido en azufre, nitrógeno y cloro. La mayor ventaja es el balance neutro de CO2, al cerrar el ciclo de carbono que comenzaron las plantas en su crecimiento. Por tanto, se puede decir que las emisiones de la biomasa no son contaminantes, ya que su composición es básicamente parte del CO2 captado por la planta origen de la biomasa, y vapor de agua.




Adicionalmente, un porcentaje de la biomasa que se usa para producir energía procede de materiales residuales que es necesario eliminar. Es importante resaltar que el aprovechamiento energético supone “convertir un residuo en un recurso”, de esta forma se consigue gestionar residuos procedentes de podas y limpieza de bosques, rastrojos y podas agrícolas, disminuyendo el riesgo de incendios, enfermedades y plagas, y su propagación, y a su vez dando un valor a los residuos para que sean aprovechados y reutilizados.

La biomasa que se usa para su transformación en energía es un recurso disperso en el territorio, que puede tener gran incidencia social y económica en el mundo rural. Además del desarrollo de nuevas actividades, su utilización genera puestos de trabajo en el medio rural estables, bien remunerados y supone una nueva fuente de ingresos para las industrias locales. Esta oferta de empleo permite fijar la población en los núcleos rurales evitando con ello alguno de los problemas sociales derivados de la emigración hacia los grandes núcleos urbanos, como el abandono de las actividades del mundo rural, la aparición de zonas agrícolas marginales y el desempleo en las grandes ciudades. Por otra parte, da lugar a la aparición de nuevos tipos de negocio, nuevas empresas, nuevas infraestructuras y servicios en las zonas rurales.
Desde el punto de vista de los agricultores, aparecen nuevas prácticas agrícolas distintas a las tradicionales (alimentación, sector papelero, del mueble, etc.), generando un equilibrio en sus ingresos a través de un mercado más amplio para sus productos. Los cultivos energéticos sustituirán a cultivos excedentarios en el mercado alimentario.

Fuente: IDAE

07 julio 2011

Biocombustibles

El desarrollo del mercado de la biomasa ha permitido que en la actualidad exista una gran variedad de biocumbustibles sólidos susceptibles de ser utilizados en sistemas de climatización de edificios. De entre todos ellos, los tipos de biomasa comerciales empleados comúnmente para sistemas de calefacción son:

  • Pellets de biomasa: Se conforman como pequeños cilindros procedentes de la compactación de serrines y virutas molturadas y secas, provenientes de serrerías, de otras industrias, o se producen a partir de astillas y otras biomasas de diversos orígenes.


  • Astillas: Las astillas de madera son trozos pequeños de entre 5 y 100 mm de longitud. En función de su procedencia y calidad, podemos distinguir astillas de clase 1 y de clase 2. Las primeras provienen de la industria de la primera y segunda transfomación de la madera o maderas forestales muy limpias, mientras que las segundas proceden de tratamientos silvícolas, agrícolas y forestales (podas clareos, entresacas, cultivos energéticos leñosos, etc).

    Astillas
    Virutas

    • Residuos agroindustriales: Los residuos agroindustriales adecuados para su uso como combustible en calderas de biomasa son fundamentalmente los provenientes de las industrias de la producción de aceite de oliva y aceituna, de las alcoholeras y la uva, y de los frutos secos.

      Cáscara de frutos secos

      Huesos de aceituna

      Orujo

      • Combustibles tradicionales: leña y briquetas: Aunque su uso se da con menor frecuencia que el del resto de los biocombustibles sólidos presentados previamente, existen también calderas modernas diseñadas para su uso con leña o briquetas.

        Leña


        Briquetas

        La leña proviene de trocear troncos que no van a ser utilizados para generar madera, y pueden producirse localmente por los propios usuarios.

        Las briquetas son cilindros de biomasa desificada de tamaño superior al del pellet, provenientes normalmente de serrines y virutas de aserraderos. Suelen sustituir a la leña en las calderas.

          01 julio 2011

          Biomasa ¿la moda "bio"?

          Desde que existen en el mercado productos "bio" y "eco" nos hemos familiarizado de tal modo con estos prefijos que inmediatamtente relacionamos cualquier cosa que los contenga con biológico, ecológico y saludable y, por tanto, bueno. Las estrategias de marketing han puesto de moda lo "bio" y lo "eco" y su verdadero sentido se ha perdido. La prueba la tenemos en que esos mismos productos ecológicos y biológicos también son de "usar y tirar" y continuamos generando toneladas de basura, seguimos utilizando diariamente productos altamente contaminantes y perjudiciales para la salud pero que nos hacen la vida más fácil y seguimos usando indiscriminadamente recursos energéticos que agotan el planeta y emiten gases de efecto invernadero. Todos estos abusos nos hacen replantearnos nuestro futuro y el de nuestro planeta. Afortunadamente, cada vez son más las iniciativas verdaderamente ecológicas y respetuosas con el medio ambiente sin tener que renunciar a las comodidades del mundo moderno.

          Concretamente, en lo que se refiere al campo energético, además del deseo de preservar el medio ambiente, también la subida de precios de los combustibles convencionales y las necesidades de autosuficiencia energética  hacen patente la necesidad de recurrir al uso de energías renovables. De entre ellas, vamos a centrarnos en la que ha acompañado al hombre desde el descubrimiento del fuego, suministrándole energía para calentarse, para alimentarse y para iluminar sus pasos: la biomasa.

          La Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR), utiliza la definición de la Especificación Técnica Europea CEN/TS 14588 para catalogar la biomasa como " todo material de origen biológico excluyendo aquellos que han sido englobados en formaciones geológicas sufriendo un proceso de mineralización", entre estos últimos estarían el carbón, el petróleo y el gas. Por tanto, biomasa es el conjunto de materia orgánica, de origen vegetal o animal, incluyendo los materiales procedentes de su transformación natural o artificial. Así, la biomasa puede agruparse en cuatro categorías:
          • Residuos forestales: Se originan en los tratamientos y aprovechamientos de las masas vegetales tanto para la defensa y mejora de éstas como para la obtención de materias primas para el sector forestal (maderas, resinas)
          • Residuos agrícolas: Su principal fuente de suministro lo constituyen las podas de olivos, viñedos y árboles frutales, así como los que se obtienen durante la cosecha de algunos cultivos como los de cereales (paja) o maíz (cañote)
          • Residuos de industrias forestales y agrícolas: Las astillas, las cortezas o el serrín de las industrias de primera y segunda transformación de la madera y los huesos, cáscaras y otros residuos de la industria agroalimentaria (aceite de oliva, conservera, frutos secos...)
          • Cultivos energéticos: Son cultivos de especies vegetales destinados específicamente a la producción de biomasa (cardo, sorgo y colza etíope)

          La biomasa como energía renovable consiste en el uso de productos obtenidos a partir de materia orgánica para producir energía.

          De esta definición se desprende una amplia gama de biocombustibles, cuyas aplicaciones energéticas son diversas. La energía producida con biomasa puede utilizarse para calefacción y producción de agua caliente en el sector doméstico (viviendas unifamiliares, comunidades de vecinos, barrios o municipios enteros), calor para procesos industriales y generación de electricidad.

          La biomasa no es una moda, no es marketing, no es pasajera, hemos dependido de ella durante miles de años y aún hoy seguimos utilizándola para satisfacer nuestras necesidades básicas de calor, agua caliente y alimento. El hacer de nuestro planeta un lugar más agradable para vivir depende de multitud de factores y todos ellos están en nuestras manos. Apostar por las energías renovables sin emisiones de CO2 a la atmósfera es actuar hoy para asegurar el futuro de nuestros hijos y nietos. Apostar por la biomasa es un granito de arena para hacer un mundo mejor.